No hay nada más angustiante que ver los extractos de la tarjeta de crédito y no entender por qué no logramos terminar de pagar esa deuda o darnos cuenta de que al final del mes estamos en rojo en el banco. Pero eso si, siempre confiados en que la vaca lechera (alias: trabajo como asalariado) va a ser eterna.
Y es que claramente, cuando nos encontramos en estas situaciones de angustia y desesperación, vamos directo a Google para encontrar la fórmula mágica para arreglar nuestra situación financiera en un abrir y cerrar de ojos: “¿Cómo generar ingresos rápidamente?”, “¿Cómo salir de deudas con el gota a gota?”, entre muchas otras situaciones que quisiéramos arreglar en dos días. Sin embargo, lo que no logra entrarnos en la cabeza es el hecho de que esto se trata más de un cambio en nuestros comportamientos y prácticamente, un cambio en la identidad de nosotros mismos que hemos construido para “encajar”.
Porque el problema no es generar más dinero, ni hacer un plan para pagar más rápido una deuda, no, la causa de estas dificultades es más profunda. Pero a nosotros no nos gusta llegar a esa raíz porque nos enfrenta a cosas como asumir las consecuencias de decisiones pasadas, a empezar un proceso de transformación, de adoptar nuevos hábitos e incluso cambiar la manera de tomar nuestras decisiones a diario… pero eso es muy difícil y toma mucho tiempo… ¡que pereza!
Buscamos soluciones temporales como ir al casino y en un golpe de suerte sacar el “777” o hacer un avance de la tarjeta de crédito para saldar esa deuda que nos tiene emproblemados (abrir un hueco para tapar otro). Esto nos da una tranquilidad momentánea y pasajera, que se nos acaba más temprano que tarde, cuando volvemos a los mismos impulsos: Consumo desenfrenado, la vieja costumbre de pedir plata a terceros no importa para qué o cosas tan sencillas como no comparar precios en el supermercado.
¿Cuál es nuestra historia con el dinero?
Tenemos que ser honestos y aceptar que toda la idea de promover la educación financiera no se nos ocurrió en la ducha. La verdad es que es el producto de muchas situaciones, experiencias y vivencias propias y de las personas que están a nuestro alrededor nos alertaron. ¡Había que cambiar algo!
Y si, irónicamente, dos personas que estudiaron finanzas y se entrenaron para hacer eso de por vida…metieron la pata con su propio bolsillo varias veces (y debemos decir que uno sigue a veces embarrándola con algunas decisiones). No vamos a decir que no, porque en la universidad si aprendimos mucho sobre finanzas. Pero nada que ver con controlar nuestras emociones al gastar, cómo funciona la deuda (no en pro del banco) y el impacto de cada una de las decisiones más superficiales.
Así las cosas, nos encontramos un día casados, con una cifra considerable de deuda en nuestros hombros (entre deudas de consumo, tarjetas de crédito y créditos educativos), pocos ahorros y una nueva vida por construir en un país extranjero. Parecía el cóctel perfecto para el fracaso, ¿no?
Este fue el preciso momento en el que, gracias a un grito de auxilio de unos amigos cercanos, nos dimos cuenta de que NECESITABAMOS urgentemente ocuparnos de nuestro bolsillo. Si, con los ingresos que teníamos, podíamos ocuparnos de nuestros gastos básicos, pero tuvimos que “sacrificar” salidas, viajes, cosas innecesarias. Tener presente nuestros objetivos cuando llegaba un dinero extra era siempre difícil: “¿Pago la deuda o me voy de viaje?” (prometido que era un dilema real).
La solución fue encontrar la raíz de las decisiones que habíamos tomado, el por qué de la deuda, la falta de ahorro y la razón por la que dependíamos solamente de un trabajo “fijo” de tiempo completo. Así que nos pusimos en la tarea de hacer lo máximo con lo que nos era confiado (así pensáramos que era poco). Empezamos a hacer un presupuesto todos los meses, ajustándolo a las diferentes situaciones. También priorizamos el pago de la deuda, sabíamos que, con esa carga, no podíamos avanzar. Constituimos nuestro primer fondo de emergencia y empezamos a ser más intencionales con lo que dábamos (en tiempo y en dinero).
Esta, siendo sólo un pequeño fragmento de nuestra historia, puede ser un reflejo de la vida de miles de personas. Es una historia que nos llena de ansiedad cuando no tenemos muchas fuentes de ingresos y tenemos que empezar de cero. O nos enfrentamos a esa deuda impagable por que se nos fue la mano en el shopping con la TC. O simplemente, nos sentíamos confiados de hacer estrictamente lo necesario con nuestra plata, como ver si acaso una vez al mes nuestros extractos bancarios. O cuando nos conformamos con el aporte que nos descuentan de la nómina para asegurar nuestra vejez.
¿Por qué ocuparnos de nuestras finanzas?
Lejos de ser un tema superficial, materialista o con la intención de querer hacernos ricos y acumular nuestro dinero, pensamos en la educación financiera como un tema de bienestar propio y de los que nos rodean. En nuestra opinión, no tenemos que ser millonarios para tener un impacto y que nuestro dinero tenga poder. Cada una de nuestras decisiones del día a día va a tener un impacto directo en nosotros, nuestra familia y en menor (o mayor) medida en terceros.
Con acciones sencillas, decides si al comprar un pan, apoyas a una tienda local o a una multinacional. Si te compras algo por impulso, puedes estar “quitándole” presupuesto a tus necesidades básicas. O si te metes en una deuda sin saber las condiciones, podrías terminar pagando más del doble de lo que pediste.
Más que un tema de apagar el incendio cuando nos quedamos sin trabajo y no podemos seguir pagando lo que debemos o de pensar que empezaremos a planear nuestro retiro cuando ganemos lo suficiente (“suficiente” es un término muy vago, ¿no creen?), pensamos en la prevención. En las acciones del día a día para mejorar y hacer más con lo que tenemos hoy.
Así que este es un llamado a romper esos malos hábitos con el dinero, no por obsesionarnos, si no por aprender a romper círculos viciosos. Poder empoderarnos de esta herramienta que muchas veces termina dominándonos, cuando debería ser al contrario. A lo largo de este blog no encontrarán “la guía para ser millonario”, pero sí encontrarán información valiosa y herramientas que sirven como parte de nuestro proceso de transformación y bienestar financiero.